El orgullo de mamá
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El orgullo de mamá

Buenos Aires, Buenos Aires F.D., Argentina | Established. Jan 01, 2010 | SELF

Buenos Aires, Buenos Aires F.D., Argentina | SELF
Established on Jan, 2010
Duo Hip Hop Alternative

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"El Orgullo de Mamá, Campeón mundial"

Fran López y Agus Spinetto rapean, pero… ¿Son raperos? En lugar de cadenas de oro usan trajes de oficinista, y en vez de hablar de tiros, culos y guita, hacen referencia permanente a videojuegos de los ochenta, que, dicho sea de paso, son la base de su sonido juguetón y sintético. No hay nada más alejado del lugar común que este dúo. Y encima tienen un hitazo que se llama “Hormigón armado” y parece una balada de The Streets. - Los Inrrockuptibles


"El tema del verano"

Por indescifrable, la balada rap del combo de Fran López y Agus Spinetto quizás esconda tanto como revela.

“En cada ciudad hay un edificio que me da más ganas de bailar que vos.” El verso más insólitamente contundente del último trimestre es obra de El Orgullo de Mamá, un intrigante dúo local de rap con ascendente en lo más intrépido de la cultura pop de la generación apenas sub-30: entre Tortugas Adolescentes Mutantes Ninjas, la alquimia mística de una vida más a cambio de un centenar de monedas, las campañas de Conduciendo a Conciencia y las golosinas dulces (Alfajorcitos) y saladas (en su DVD digital En vivo en Villa Urquiza, uno de ellos viste camiseta del seleccionado Frenchitas), amén de todos los reductos posibles de fantasías espaciales, dinosáuricas, marcianas y de artes marciales recibidas por vía intravenosa de la TV de los ‘80, del revistaje de los ‘90 y del picor web posterior a lo del Y2K.

El segundo disco del combo se llama Campeón mundial. La tercera canción, Hormigón armado. Y es su estribillo ese verso absoluto. Porque puede haber un edificio de ensueño, que en su arquitectura macabra, funcional o por lo menos malflasheada invite al goce. Pero que en cada jodida ciudad haya un edificio que invite al baile más que la persona objetivo de ese verso es toda una conclusión. Hay que ser muy capo y muy forro para decirlo así, in your face, y es la magia, la contundencia y la genialidad de ese verso.

Desde ya que Campeón mundial no acaba allí. Hay otras nueve canciones de un rap deliberadamente argentino. Pero Hormigón armado sólo ya vale por un puñado de discos de rap sobre fierros y negras entangadas. Sobre un beat reposado corte balada de The Streets –incluso con esa lógica narrativa kilométrica de Epopeya de un día cualquiera–, El Orgullo de Mamá (que son el asimismo historietista Fran López y el igualmente compositor de jingles Agus Spinetto) libera una concatenación de momentos hermosos que esconden tal vez en su lógica de diario de viaje una verdad mayor sobre nosotros. Si Hormigón armado trata de un aventurero que en el comportamiento de la gente de otros países en los supermercados busca entender la historia y la política de ese país, en sus versos uno puede buscar entender esto de acá.

Y esto de acá es la posibilidad de un rap en argentino, ya ni siquiera en castellano. Campeón mundial es una piedra puesta, orgullosa, entre el ripio; no para alisar su caos, sino para ayudarlo. Si IKV operó por un rap latino de geishas caribeñas y karatekas andinos, EODM implica antihéroes, deduce de sus libros contables la sensualidad y desarma el engaño: no obra para ser la estrella de la teleserie sino para entroncar su banda sonora. Los primeros tres días, el personaje de Hormigón armado busca entender al extranjero entre las góndolas. El cuarto reconoce la universalidad de las latas de durazno, la insobornable capacidad horizontalizante del jugo de pera. Con el contenido del carrito prepara la comida para la familia dueña de la cama que ocupa el quinto, cual uno de los tres chanchitos (¡más pop que esos cuentos!). Y el sexto, los transportes. Y el séptimo, los edificios. Y el octavo, los electrodomésticos (“El rumor de las heladeras es el sonido de la ciudad entera”). Y al final de cuentas, un día, abandonar el lugar.

Es el itinerario completo, aunque soslayado, del camino de la adultez: ahora salí allá y asegurate tu comida, tu movilidad, tu habitación, tu mobiliario, que después vas a tener que volver en micro al sobre, te van a troquelar. Hormigón armado es el estudio todavía sorprendido del que sale a la vida cuando entra a un supermercado o una casa de electrodomésticos. - Suplemento No, Página 12


"El orgullo de mamá - Campeón Mundial (2013)"

“El orgullo de mamá es tu banda favorita de rap”, aseguran Fran López y Agus Spinetto en su Bandcamp y puede que no estén errados en absoluto. El orgullo de mamá es un nuevo grupo de rap alternativo que asoma en Buenos Aires en plan Kuryaki pero más sofisticado.

En un circuito estandarizado, su primer larga duración, Campeón Mundial (2013), rompe con los esquemas y forma un combo estrafalario de buena lírica, sonidos de fichines, las Tortugas Ninja, Mario Bros y Marty McFly. Aunque las letras están repletas de sarcasmo, López y Spinetto funcionan en tándem y hablan de lo que a ellos les importa, dejando a un lado las tradicionalidades y parafernalias para con las drogas y el sexo y, exactamente ahí, es donde asoman los fichines ochentosos, los monstruos, artes marciales, rayos laser y más objetos.

Enyuntados en trajes de oficina, en la inmejorable “Hormigón Armado” dejan de lado las minucias y detallan con excelso detallismo el transcurso de los días en una nueva ciudad: “Cuando viajo a una ciudad que no conozco lo primero que hago es ir al supermercado, trato de entender como camina la gente, si se saluda con el de al lado, a qué hora van las amas de casa, a qué hora van a comprar los jubilados, realmente el primer día no hago nada, me quedo mirando ahí parado”.

Siguiendo con este imaginario de vida real, en “Ninjas”, track que hace referencia a unos teens Donatello, Michelangello, Raphael y Leonardo, dicen: “Hacer de cuenta que cada barrio es como un nivel del Súper Mario”. Al igual que en “Monstruos y humanos”, como si por detrás, sin equívocos, se grite con brío la urgencia del mensaje, cuentan: “Aprendimos a amarnos, los monstruos y los humanos”.

Y el disco continúa en este carril sin inconvenientes ni roces con lo desconocido, sin embargo el leitmotiv parece otro y es ahí donde surge el interrogante: ¿Qué es lo que realmente quieren transmitir a través de estas diez canciones?

Campeón Mundial cierra al galope con “Villa del Parque” generando un debut más que correcto, logrando un sonido bajo el manto del rap pero con tintes vintage y con elementos geeks ochentosos. - Indiehearts


"Adolescentes mutantes ninjas"

Con un LP debut de fin del año pasado y con cuatro meses hasta 2015, ya es certeza que el dúo rapero de Fran López y Agustín Spinetto es revelación del under.

Por Gonzalo Bustos

Messi está a menos de 48 horas de ser campeón del mundo, de devolver a la Argentina a la cima del universo. Todos creemos que eso va pasar. Por eso acá, en el Lado B de Niceto, hay clima mundialista, hervor burbujeante. Y, aunque El Orgullo de Mamá jure que lo fue, no parece nada casual que esta noche haya sido elegida por el dúo para presentar su primer LP, Campeón Mundial.

—¡Pará, pará! —tira Agustín cuando comienza a sonar “Poder”—. No tenemos por qué pasarla mal.

Entonces se hace un silencio para acomodar el acople que pincha los oídos cual sesión de acupuntura. Fran dice algo para mantener la cosa bien arriba y se arma un pogo amable con el “volveremo’ a ser campeones como en el ‘86”, alimentado con golpes de batería desde el escenario. Un escalofrío recorre el cuerpo, sensación única para los menores de 30 que estamos acá. Podríamos estar a horas de vivir eso de ser campeones mundiales.

Solucionado el problema técnico, Agus y Fran arrancan de nuevo. Y explotan, como si uno acercara un fósforo a una perdida de gas. Como Lionel festejando su gol contra Bosnia, una imagen que nunca olvidaremos. Fran López y Agustín Spinetto hablan de ellos mismos en la canción que pincha efectos de videojuegos y vinilos rallados. En el momento del coro, acompañados por la dulce voz de Eugenia, invitan fruta en casa de un modo armonioso y cancionero.

En estos cuatro minutos, EODM se quitó la ropa para mostrarse como una banda de rap que habla de sí misma (de sus gustos, sus calles, sus días, sus inquietudes) sobre bases sintéticas. Pero este dúo, que en vivo se convierte en cuarteto (suma bajo y bata), no es simplemente una banda de hip hop. Madurados emocionalmente en los ‘90, saben cómo es eso de la mixtura de géneros: hacen canciones llenas de armonías corales, de voces, meten guitarras con cuerpo y potencia, golpes de bajo hard; todo sin dejar de rapear.

Cuando termina la canción lanzan la competencia: el campeón del agite esta noche se va a llevar un disco. Hay que mover el culo para ser el mejor de todos y “Monstruos y humanos”, con su rítmica elástica y sus parches boxeadores, parece la pieza indicada. Agus se come el lugar: con colorido look de jugador de fútbol ochentoso te canta en la jeta y, cuando toca, te muestra su reluciente guitarra. Te intimida. Mientras tanto, Fran responde a sus estrofas y torna espacial la cosa desde un synth. En el estribillo, el momento de grandilocuencia. Teclas que se vuelven orquestales, cuasi iglesia, y un coro que suena muy gospel.

Con “Ninjas”, Agus comanda desde una viola incisiva y Fran le declara la guerra a las tortugas adolescentes mutantes. En la lírica del sexto track de Campeón Mundial brillan otros elementos fundamentales en la construcción para la identidad de estos pibes: el amor al barrio, la diversión a partir de figuras emblemáticas de la cultura pop y una fascinación por lo clase B(izarro).

No sólo el Mundial nos tiene a todos en vilo esta madrugada. Dentro de unas semanas termina Master Chef y Elba es el Mascherano de la competencia de cocina. Como ella tiene mucho huevo pop, acá se la banca. Hay risas entre el público y aguante para la chica del norte. Ese agite que copa Niceto propicia “Alfajorcito”, el primer hit viral del dúo de Villa del Parque. Pegado, “La santita”, una crítica desollada a la cultura musical que remata con una frase que a esta altura de la noche suena a verdad: seguro te quedás con El Orgullo de Mamá.

LA IDEA DE RAPEAR

Todos los clichés. Históricamente, el hip hop fue tomado como un salvavidas para pibes a los que el destino les jugó sucio y, de un boleo en el orto, los plantó en la esquina heavy del mundo. De situaciones como esas salieron los primeros raps hace algo más de treinta años en Bronx o Harlem, Estados Unidos. Raps ardientes escupidos por negros con pinta —y nada más que pinta, cortesía del prejuicio— de pendencieros: los collares gruesos de oro, la gorra tapando media cara, el paso ancho y duro. Y ahí las historias de tiros, de pandillas, de gangs, de drogas. Las vidas duras.

En la Argentina, Sindicato Argentino de Hip Hop fue el que mejor adaptó eso a nuestro entorno. Eran los tempranos noventa y estos MCs de Morón tiraron unas bases y contaron sus problemas. Si bien su música les valió un Grammy Latino, justo el día del atentado a las Torres Gemelas (el 11 de septiembre de 2001), los remakes cayeron por falta de peso propio. Los clichés se comenzaron a exagerar y a argentinizar. Nuestros negros tomaron el estandarte de la doble hache, lo plantaron en las villas del oeste y el sur del conurbano y parieron su propio jip jop. Encontraron, como los morochos del norte, un escape a sus problemas poniéndolos en palabras y batiéndose en luchas retóricas contra otros, para ver quién tenía más aguante. Guachines adolescentes bajo el influjo de treintañeros con marcas de peleas de barrio se entrenaron en el freestyle, el beat- box y el style. Salió 8 Mile de Eminem y listo. Los fierros, las balas, los pibes muertos y los mics en el piso. Todos los clichés en modelo nacional.

“Hay un movimiento de rap argentino súper formado que vemos medio de afuera”, aclara Fran. “Para nosotros, el rap no es una bandera, para otros sí. Para nosotros es un marco: amor y fascinación.” Tanto Fran como Agus se sienten más músicos que raperos; de hecho, se conocieron y al tiempo formaron una banda de rock. “No pienso el rap como género, me cuesta. Es como una forma de entender la música. Es una forma de acercarse a algo. Teníamos ganas de rapear.”

“Esa es una lógica del rap”, dicen de las líricas típicas del género. “No se nos ocurrió eso porque no tenía sentido. Iba a ser la cosa más mentirosa y falsa. No nos podíamos poner en esos personajes.” Estamos en el barrio porteño de Palermo, a escasas cuadras del Malba y el Paseo Alcorta. El estudio donde se gesta EODM queda pegado a un Starbucks y tiene todas las comodidades que necesita el dúo: una buena computadora con alto monitor, algunos synths, teclas, violas y una pequeña sala. Lejos de los tiros, de las calles de tierra. Este es otro hip hop, es el que ellos viven y cuentan. “Ir por ese canal hubiera sido muy falso. Las bandas que nos gustan son a las que les creemos. No sé si lo hacen bien, pero les creo”, cierra la idea Spinetto, con una sonrisa que no para de pelar. López, un tipo que habla muy pausado, que piensa cada palabra, propone un ejemplo: “James Franco en El planeta de los simios haciendo de científico: no le creés”. El universo de EODM es tan valedero como el de los negros de Harlem o el de los pibes de Fuerte Apache. Fran y Agus hablan de sus vidas, que nada tienen que ver con tiros, con sobrevivir a la sociedad. Su vida es Villa del Parque, las Tortugas Ninjas, Mario Broos, Alf, viajes a ciudades desconocidas, vacaciones en el mar.
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“Hay un movimiento de rap argentino súper formado que vemos medio desde afuera”, aclaran los chicos de El Orgullo de Mamá. Fotografía: Victoria Schwindt

—¿Cómo nació la estética de su lírica?
Fran: —Son las cosas que nos divierten, que nos interesan, de las que queríamos hablar.
Agus: —Del día cotidiano y común. Pensándolas como al punk, por decir esas cosas que son naturales en el momento.
Fran: —No tenemos un programa. Fueron surgiendo cosas. Fue como pintar un cuadro. Cada pincelada te deshabilita un montón de cosas. Si hacés algo, eso redefine el paso siguiente necesariamente.

—¿Les fascina lo cotidiano?
Fran: —Sí, es fascinación.
Agus: —Ayer una amiga me regaló un alfajor y hoy lo desayuné, y eso fue lo mejor que me pudo haber pasado. El siguiente paso no sé cuál fue. Pero tenía muchas ganas de desayunar, tenía dos minutos y fue genial.

El primer tema que compusieron una tarde de improvisación en 2010 se perdió, pero recuerdan que hablaba de dormir la siesta. El segundo, que vendría a ser el primero oficial, fue “Rasputín”: base neumática y juguetona sobre la que rapean alegres la historia de un fabricante de detergentes fanático de la limpieza y enamorado. Si uno tiene en cuenta que esta composición se gestó en medio de una suerte de recreación de freestyle, puede quedar con los ojos abiertos al oír uno de los mejores estribillos de la banda: “Puedo limpiar tu cuarto,/ puedo baldear el patio,/ puedo limpiar tu baño,/ dame un beso, alcanzame el trapo”. Parece naif, quizá lo sea, ¡pero cómo se te pega! El tema salió en el primer y homónimo EP de la banda, a finales de ese año. Allí también registraron su hit “Alfajorcito”. Algo más guitarrero, pero lleno de efectos digitales, Agus no se cansa de buscar su golosina preferida, la misma del desayuno. De esos cinco temas iniciales dicen que son más graciosos y adolescentes.

Cuando terminaba 2013, largaron Campeón Mundial, su primer larga duración. Un compilado de diez canciones de juguete con perfume a Chuavechito y alegría al mejor estilo Outkast. El hip hop de EODM, ya lo dijimos, tiene otra lógica, una que no sigue la “tradición”. No estamos hablando de dos MCs: Agus y Fran son músicos. Al respecto, dicen que “no sólo las bandas de rap son influencias”. Curtieron Red Hot Chili Peppers, Los Fabulosos Cadillacs, Rage Against the Machine, The Clash. Ensambles que rockean fraseando veloces. “Generacionalmente, nos tocó vivir una naturalización del rap muy similar a la que tuvo el rock en los ‘60. Su universalización”, explica Fran. Tampoco son DJs. Son músicos. Sus canciones tienen guitarras filosas e incisivas, baterías que martillan pegadas a bajos de grooves machacantes, melodías teatrales de piano.

Dentro de esa arquitectura musical se mueven historias construidas con rimas esquizofrénicas. Historias de renuncia al sistema en clave videojuego (“Persia”), de monstruos como una otredad (“Monstruos y humanos”), de guerras contra rockeros de caretas industriales (“La santita”), de ciencia ficción guitarrera (“Ninjas”). Fran y Agus son capaces de tomar cierto punto común del rap y deformarlo a su molde: en “Poder” se ponen autorreferenciales y problemáticos pero felices; en “Villa del Parque” se suben a un riff que escupe fuego a lo Van Halen para hablarles a todos de su gueto. “Es el lugar donde querrías estar. Tener una casa con varios cuartos, un auto”, dice Agus de su lugar de origen. “Por eso no hablamos de tiros, digamos. Nosotros crecimos ahí.”

En “Hormigón armado” tienen la canción diferente, la mejor. Una mezcla exacta de rap y balada. Una pieza que respira sobre una base orgánica, que narra en clava nostálgica las sensaciones, percepciones y vivencias en una ciudad extranjera. Apuntes de viaje. Y el punto máximo tiene una frase con destino de perpetuidad: “En cada ciudad hay un edificio que me da más ganas de bailar que vos”. “La letra la escribió Fran. Pegó porque la forma en que lo cuenta es muy atractiva, muy particular. Es una que no se usa para encarar una canción: se hace preguntas que le harías a una persona si quisieras conocerla. Me parece que viene por ahí el atractivo”, reflexiona Agus. “Tiene una intensidad distinta al resto del disco y le da aire”, agrega Fran sobre su composición.

MONSTRUO DE DOS CABEZAS

“Con Emma podemos hablar sin que nos entienda nadie. Como que tenemos tanta data que nos tiramos un nombre y sabemos lo que queremos decir”, dijo Dante Spinetta en 2012 en el marco de la vuelta de Illya Kuryaki and The Valderramas. Esa declaración podría encajar perfecta para EODM. Acá estamos ante dos pibes de menos de 30 que se miran y no necesitan emitir sonido para comunicarse. Ahora Agus está recostado sobre su silla, con la computadora detrás. A su izquierda está Fran, que gesticula, piensa con la cara. Agus lo mira, Fran siente sus ojos en él y le devuelve la mirada. Luego, tira que “somos una banda de dos, muy de dos. Yo hago cosas con Agus que solo no haría jamás. Mi pensamiento en solitario no me lo permite. No se me ocurren ciertas cosas. Honestamente, hay muchos temas que no me acuerdo quién de los dos los escribió”. Agus lo mira con los ojos brillosos y todo el tiempo asiente como si fueran sus palabras.

Más allá de la particularidad de tratarse de dúos raperos, pueden establecerse varios puntos de conexión entre IKV y EODM. Los primeros hicieron de su estilo lo que se dio en llamar rap latino. Los pibes de Villa del Parque hacen, como escribió Luís Paz en Página/12, “un rap en argentino”. Ambos —o los cuatro, como se prefiera— se despegan de los hiphoperos tradicionales y de formato soundsystem. Mientras los Kuryaki cantaban sobre temas sexuales —porno a veces—, EODM apunta a relatos clase B. Ambos suman cuotas de humor, historias de amor, épica. Desde lo musical se chocan: Dante y Emma le dieron a sus melodías una buena inyección de funky ochentoso, Fran y Agus meten guitarras, bajos y efectos categoría noventa. Como ya se mencionó, comparten códigos. Y los llevan a sus canciones.

¡DALE, CAMPEÓN!

Messi no ganó el Mundial. La Selección argentina no se consagró como el mejor del mundo, pero todos nosotros estamos hechos. Experimentamos en carne viva eso de jugar la Copa del Mundo de principio a fin, tuvimos la ilusión de dar la vuelta, nos angustiamos con los penales en semis, gritamos goles que no fueron, lloramos al ver llorar a Mascherano ante el pitazo final. Brasil 2014 aún está caliente, pero acá en el estudio de EODM la charla es sobre otro Campeón Mundial, el de este dúo made in Villa del Parque. Después de editar su EP a base de fiebre adolescente, siguieron craneando composiciones y fueron por el siguiente paso. “Teníamos canciones que queríamos grabar y nos llevaron a pensar en un LP”, comenta Fran. “El trabajo fue escribir canciones en función de las que estaban y pensar el conjunto como un disco. No es una acumulación de temas.”

Se hace una pausa y Agus pide la palabra, pone gesto de mambo interno, busca los términos precisos para decir lo que quiere, y tira: “Lo bueno que tiene esta banda es que la mejor forma para que las cosas salgan es la natural. Hicimos algo que queríamos hacer. Y todo fue pensado para ese objetivo”. - Revista NaN


"Seattle Brazo Largo"

Uno desde USA y el otro acá, explotan los granos del pop en un disco maduro de indie rap con cantantes amigas.

Fran López es programador y dibujante, vive en Seattle y está por sacar un libro de historietas, una falsa autobiografía de cosas que les pasan a él y al guionista Federico Reggiani, como que la vecina les robe el perro y lo devuelva hecho un robot. Agus Spinetto vive en Buenos Aires, escribe canciones para publicidad, hace sonido y graba bandas. Juntos son El Orgullo de Mamá, una banda de rap que, lejos de anclarse en referencias gangsteriles y falsos suburbios importados, se venía riendo de casi todos los consumos culturales y poperos de los ‘80 y ‘90 (Tortugas Ninjas, alfajores, Super Mario Bros, etcétera). Ahora, en su segundo disco, Explota el sol, grabado enteramente a la distancia, navegan la resaca que les dejó ese empache y se aferran al mundo “para no salir volando”.

El Orgullo de Mamá vive su mejor mes del año. De este año, al menos. Es el momento en que Fran baja de Seattle –se casó allá con una norteamericana que conoció en un festival de historietistas en Colombia– y se une a Agus para presentar el nuevo disco, girar por Rosario, Santa Fe y Villa María, y terminar hoy por el Abasto y mañana en Temperley.

Después, Fran regresará a Estados Unidos y EODM volverá a modo avión. Así fue como escribieron y grabaron Explota el sol, compartiendo archivos con bases, rimas y armonías, dándole patas a un monstruo que se les fue armando de a cachos. “Confiamos mucho en que el otro iba a devolver algo mejor de lo que uno mandaba”, explica Agus. En tres canciones metieron voces Luludot Viento (Los Rusos Hijos de Puta), Eugenia Brusa (Les Mentettes) y Delia Iglesias (Bienvenidos a la Computadora).

Cuando armaron la banda, Agus y Fran venían de distintos proyectos musicales. A los dos les fascinaba el rap, más por el lado de Beastie Boys y Run-DMC –hasta es inevitable compararlos con los mexicanos Plastilina Mosh– y una conexión potente que sentían entre el hip hop y el hardcore. A ese combo le dieron también una veta danzarina muy presente en los shows. “El baile le corresponde al otro y, según con quien hablás, Argentina es un país bailable o no”, opina Fran.

Aunque podían haber caído en la tentación de hacer burlesque de los juguetes culturales de otras décadas (lo hicieron muy bien, de hecho, en su álbum y su EP de estudio anteriores), lo nuevo da la sensación de que ya mascaron esa ensalada y que pintó la introspección y pensar qué se hace con todo eso. “La resaca mediática es parte de nuestra vida y todavía estamos elaborando ese bombardeo”, coinciden.

* Jueves 11/8 en Ladran Sancho, Guardia Vieja 3811; y viernes 12/8 en Cultura del Sur, Meeks 1066. - Página 12


"La emoción te busca y se encuentra"

En los últimos meses, hacer música para los artífices de El Orgullo de Mamá fue “una especie de rompecabezas a distancia”. Agus y Fran se animaron a agitarla y su creatividad se hizo posta en la fibra de nubes digitales. Explota el Sol, su segundo LP, es un mezcal de imágenes musicales hecho a base de matices raperas eclécticas. Olfa Mag sobrevoló su presente días antes de que lleven el flamante álbum al escenario del CC Cultura del Sur.

OM_¿En qué momento de sus vidas está El Orgullo de Mamá?

EODM_Después de trabajar un par de años juntos en Buenos Aires, Fran se fue a vivir a Estados Unidos. En principio, por unos meses a Nueva York, para después mudarse ya de forma estable a Seattle. Agus se quedó en Buenos y así, a la distancia, emprendimos el trabajo de plantearnos qué significaba, a fin de cuentas, tener una banda con un continente entero en el medio. Un año y unos meses después, empezamos a tener más en claro cómo adaptarnos y seguir trabajando. En este tiempo de distancia escribimos y grabamos todo un disco, armamos una gira y sentimos que la banda, musicalmente, creció muchísimo. Ahora mismo Fran está en Buenos Aires y estamos tocando varios recitales en distintos puntos del país para presentar el disco.
OM_¿Cómo fue el proceso de grabar un disco de manera online?

EODM_ Con Fran en Seattle, y Agus en Buenos Aires, fuimos escribiendo las canciones a distancia. Mucha ida y vuelta de archivos de audio. Alguno pasaba una base rítmica sobre la que el otro trabajaba una armonía o una línea de bajo, que el primero después modificaría para que después alguno de los dos agregue una línea de teclado, y todo eso una y otra vez. Fue un proceso muy largo y muy lindo, una forma nueva de escribir música para los dos. En algún momento, esos archivos tomaron forma de canción.

Después cada uno fue armando sesiones de grabación en su ciudad. Agus grabó las baterías y las guitarras en Buenos Aires, Fran recibió eso y grabó los bajos y después sus voces en Seattle. Los teclados, en varios lados. Lo más curioso para nosotros es que de todo ese proceso tan de “laboratorio” haya surgido el disco más orgánico que hicimos.
OM_Si tuvieran que dar una definición de sí mismos, ¿cuál sería?

EODM_Calculamos que la única definición que podemos dar de la banda son las canciones, discos y recitales que hacemos. Todo lo demás sería mentir. El punto de partida fue el amor que le tenemos al rap, una forma de entender esa fascinación que teníamos con un género musical que nos resultaba vital y un poco ajeno a la vez. Con el paso del tiempo, esa fascinación no sólo siguió estando sino que se hizo mucho más grande y profunda. No obstante, ya no la tenemos tan presente a la hora de trabajar. La incorporamos lo mejor que pudimos y seguimos para adelante. En el último disco nos propusimos hacer las mejores canciones que podemos hacer y no obligarnos a pasar por el tamiz del hip hop. De todos modos, algo de esa forma de entender el ritmo, el fraseo y la posición del cuerpo en la música siempre está.
OM_¿Qué expectativas tienen en torno a la gira que están realizando?

EODM_Tocar en vivo siempre es bueno. De alguna manera creemos que hacemos música que también se puede escuchar con el cuerpo, así que siempre es genial poner eso en ejercicio, tanto para la banda como para la gente que vaya a escucharnos. Uno termina de entender las canciones cuando las toca en vivo. Esperamos que al público que nos escucha sobre el escenario le pase algo parecido.

OM_¿Qué esperan del recital en el CC Cultural del Sur, en el marco de la nueva edición de la Fiesta Sufer Rosas, el viernes 12 de agosto? ¿Qué expectativas tienen de compartir escenario con Amor Elefante y Tapate con la Manta de tu Trio?

EODM_La Surfer Rosa es una fiesta increíble, que hemos ido a visitar más de una vez, y esperamos que la gente de la zona la sepa apreciar. Un poco “el periodismo de rock” nos enseñó a entender con nostalgia la mística de cosas que pasaron lejos y hace tiempo. La Surfer es un eje de fuerza y magnetismo que está ahí nomás, funcionando hace años, al alcance de la mano. Esta fecha la compartimos con dos bandas que nos gustan…¡y mucho!
Amor Elefante aporta a la “escena” una noción de armonía que estamos necesitando. Tapate con la Manta de tu Trío es lo más parecido a una relación familiar que tenemos en el mundo de la música: los queremos un montón y cada vez que los escuchamos descubrimos algo nuevo.
OM_Hablando de músicos y artistas de su generación, ¿cómo evalúan la proliferación de la cultura local emergente?

EODM_Es difícil hablar de “generaciones”, porque eso siempre es un recorte y muestra los límites para entender lo diverso. Aún así, saliendo a tocar y buceando discos por Internet, siempre nos encontramos con muchísimos artistas que nos inquietan, hacen que nos preguntemos cosas y replantearnos lo que hacemos. Ese diálogo, por más que sea interno, lo reconocemos y lo celebramos.

En estos últimos años vimos una ebullición entre las bandas que tenemos cerca, y eso nos gusta mucho. Si tuviéramos que criticarnos algo, sería solamente que, a veces, esa ebullición no deja espacio a la atención profunda. Tal vez ahí estamos sacrificando algo. En líneas generales, vemos un poco más de curiosidad. También en nosotros mismos, que nos parece importante.
OM_¿Piensan en el futuro que les depara?

EODM_…

En medio de la gira, El Orgullo de Mamá está pendiente del disco que acaban de lanzar. Mucho lugar no tienen para divagar sobre el mañana. “Tampoco es algo que hayamos tenido muy presente antes”, aclaran. Ellos tratan de hacer lo que hacen con deseo y alegría. “El futuro vendrá cifrado dentro de eso mismo”, dicen. Y muy bien dicho está. - Olfa Mag


Discography

El orgullo de Mama EP, 2010
Campeon Mundial, LP, 2014

Photos

Bio

El orgullo de mama is hip-hop duo from Argentina formed in 2010. Their live show is sheer joy and charismatic energy. Both MCs take turns playing guitar and synths, dancing around and gently confusing the audience.
They've released one EP and one LP containing very funny songs about economy and death and very serious songs about cookies and videogames. They've had collaborations with many different artists: from a local popstar (true) to local noise bands (also true).
They've played big and small venues in their hometown of Buenos Aires and other cities in the country. They once organized a concert that was also a Bingo game.

Band Members