Juan Perro

Pronto nos hará creer el alter ego de Santiago Auserón que no sólo los felinos tienen el crédito de siete vidas. En su nueva recuperación de la identidad de Juan Perro la ex-Radio Futura ha vuelto a hacer rugir la bestia y los fundamentos del rock hispano ha visto ampliados sus horizontes. Del todo providencial hay que considerar el olfato canino de este animal sonoro, que, aparte de tener la capacidad de reinventarse sobre un imaginario de creación propia, abre nuevas vías para que otros navegantes se apunten a la travesía donde queda demostrado que es posible la inteligencia en el planeta rock.

Empeñado en el acierto de rastrear las semillas sonoras que sostienen los pilares de la música popular, Juan Perro ha cambiado las humedades del trópico por la de los humedales del Delta. El son de la loma ha cedido el protagonismo al blues de la encrucijada de caminos, y tanto a nivel formal como de concepto las nuevas creaciones están más cerca de la seminal Nueva Orleans que de la sandunguera Habana. Río negro, Joe Rasca, Ruge la bestia, Malasaña y Reina zulú son algunos de los nuevos títulos de entre los quince que presentó las noches de jueves y viernes en L'Auditori, ante un público incondicional que lo recibió con entusiasmo y el despidió con una larga ovación que refrendado un triunfo rotundo y del todo merecido.

Para hacer efectivo su cambio de rumbo, el músico ha enrolado en su tripulación veteranos marineros como Javier Mora (teclados), aventajados grumetes como Martín Leiton (contrabajo), experimentados submarinistas como Joan Vinyals (guitarra) y fieles timoneles como Moisés Porro ( batería). Quizá los adictos a la causa latina echarán de menos alas en las botas, pero el nuevo calzado de Juan Perro se ha adornado de unos espolones que le pueden permitir volar aún más alto.

Crítica de Pere Pons para el periódico Avui. - Avui

Apoyado por tres flamígeros cubanos, Santiago Auserón (o Juan Perro, su popular álter ego si así se quiere) está tomando al asalto la canción popular española, desnudando su tradicional envoltorio para llegar a su esencia y trabajar, a conciencia, con tan preciada materia prima.
El batería y percusionista Moisés Porro, el contrabajista Ronald Morán y el guitarrista Norberto Rodríguez conforman un equipo de trabajo con el que
Auserón parece sentirse francamente cómodo, tanto de su lógica posición de líder como desde la perspectiva de socio musical. Como ya se sabe, esta gira es la que Juan Perro está aprovechando para rodar en primicia las canciones que posteriormente registrará en un estudio de grabación. ¿Cuándo?, aún no se sabe, pero lo que sí quedó patente tras su concierto dentro de la programación de Los Veranos de la Villa de Madrid es que el músico se trae
entre manos una nueva colección de canciones supremas que, a muy buen seguro, integrarán el que será su mejor disco en solitario. Pura y novedosa
dinamita con las que los seguidores más fieles ya estaban familiarizados
mediante las maquetas que Juan Perro regala en su web, aunque en la noche madrileña abandonaron su sencillez para adaptarse con maestría al formato de banda.
Es grande tener de vuelta sobre los escenarios a uno de los mejores músicos del panorama español. Olvidaos por un momento de promesas y veteranía, lo que Auserón ofrece va más allá del fenómeno carnal mediático, pues lo que
bajo su cánido pseudónimo cuece es un viaje histórico, una visita a la fábrica de la canción. Realizando un trabajo fundamental a la hora de trabajar la artesanía musical (y lingüística) que no solo es justo reconocerle, sino que es
preciso alabar. La música popular moderna jamás estuvo mejor representada.
El denominado Escenario Puerta del Ángel a parte de estar bien ubicado y de gozar de unas tablas bastante aparentes, también dispone de unas gradas
tercermundistas, aunque el sonido resultó excelente y el sobresaliente concierto de Juan Perro bien mereció la leve incomodidad. Tuvo la valentía de
abrir con dos temas nuevos e ir intercalando novedades con clásicos de su repertorio. Pero al público (extremadamente fiel) poco le importaba, pues
recibía con la misma intensidad las novedades que a las viejas amigas. Entre las joyas de más reciente creación destacaron “Malasaña” (¡desde ya un
clásico y aún no ha sido editada en disco!), la irónica “Poco talento” y la brutal y
negra “Reina zulú”, aunque hay que decir que cada nuevo estreno sonó excelentemente. Insisto, su futuro nuevo disco va a ser dinamita. Bajo el ala de Juan Perro, Santiago Auserón ha conseguido batir el son cubano, el rock español y la música callejera de Nueva Orleans en un único concepto, logrando un sonido único en el panorama mundial (sí, mundial). Con naturalidad se mueve entre EEUU, Cuba y Madrid, sellando un mestizaje sensacional que ha
madurado hasta fecha de hoy.
Entre los clásicos destacó una acelerada “A un perro flaco”, la bailable “Fonda de Dolores”, una tormentosa “El carro” y el nuevo pelaje funky de “La charla del pescado”. Pero el momento más emocionante de la noche fue “No más lagrimas”, donde Auserón se soltó con un poderío vocal estremecedor, siendo una de las pocas canciones en las que se desprendió de su guitarra, y es que se le notaba muy cómodo con la acústica entre los brazos, dominando al público con su carisma y fuerza artística. ¡Qué grande eres, Juan Perro!
- Efe eme

Puede que el rock español no tenga ahora mismo ningún tipo tan singular como Juan Perro, el álter ego con el que Santiago Auserón combate desde hace más de tres lustros su "tendencia esquizoide pronunciada", en confesión propia. Y puede que el gremio rockero, cada vez más habituado a la ingesta rápida, masiva y moderadamente irrelevante, no sea del todo consciente de su valía como activo lúcido, sabio y abierto a los ricos abismos de la polirritmia. En realidad, Auserón siempre ha ejercido de personaje atípico en el panorama de nuestra música (¿conocen a muchos rockeros licenciados en filosofía?), así
que le imaginamos acostumbrado a su condición de bicho raro. Y hasta satisfecho, en su fuero interno, de habernos salido así de iconoclasta.
Dispuesto como está a seguir yendo a su bola, Juan se permite rodar hasta 10
canciones nuevas sin que se le intuya la menor intención de asentarlas en formato discográfico. La cosa está malita en el sector, arguye, las condiciones contractuales le resultan leoninas y él, a sus 55 años, ya no tiene edad para que le tomen por el pito del sereno. Así pues, acudan a la Red o a sus conciertos para descubrir la evolución de perlas como José Rasca, crónica
guasona de un periplo junto a Joe Strummer, de The Clash, por callejas de Madrid.
Si alguien albergaba esperanzas de que Juan recuperase al Santiago de Radio Futura, nones. Auserón sabe que ni A un perro flaco ni Charla del pescado se fundirán jamás en el imaginario colectivo como Escuela de calor o Corazón de
tiza, pero su compromiso de honestidad artística le hace girar poco la vista atrás. Concesiones, las justas.
Rodeado de tres espléndidos instrumentistas cubanos, Perro recula cada vez menos hacia su vertiente sonera y ejerce de músico proletario, barrial, siempre propenso a la ironía, el blues y los aromas de Nueva Orleans. "La república es
la calle", recuerda en la adictiva Malasaña, que el personal coreó "sin
necesidad de radiofonía ni nada". Y todo, en castellano, oiga; a ver si nos enteramos de que el idioma gracias al que ahora mismo leemos este periódico también sirve para cantar al ritmo de guitarras eléctricas. "¡Perro, Perro!", le provocaba el sector más joven. Y él respondía con humor
inteligente: "Hablad claro. ¿Qué quiere de mí el niñerío?". Minutos antes, había dedicado la sensualidad marinera de La misteriosa a "los navegantes del lago de Casa de Campo", y los coros de Reina zulú al espíritu de Michael Jackson.
"Que en gloria esté", proclamó con una reverencia. Un tipo endiabladamente listo, este maño. Juan es un intelectual a ras de suelo, un filósofo de la canción a pie de calle. Y sabe conjugar como nadie la sabiduría de los libros con el
mundo de las aceras.
- El País

Después de reciclar material de Radio Futura en su anterior trabajo con la Original Jazz Orquestra, ahora Santiago Auserón vuelve a reencarnarse en Juan Perro para presentar hasta quince canciones nuevas. Un repertorio que supone un claro giro estilístico, dado que no tiene su punto de encaje en Cuba, sino que sitúa su imaginario musical en Nueva Orleans.

Para ello, el artista de origen aragonés pone en liza una flamante banda en la que ha incorporado al guitarrista barcelonés Joan Vinyals y al contrabajista canario Martín Leiton, junto a antiguos colaboradores perrunos como el teclista Javier Mora y el batería cubano Moisés Porro.

Y el jueves, en la noche de su debut, dicha formación sonó bien ensamblada y ofreció mucho juego. Haciendo gala de una fina ironía y componiendo muy bien el gesto, Juan Perro defendió con brillantez interpretativa su nuevo catálogo de perrerías selectas.Entre otras canciones, nos topamos de buenas a primeras con José Rasca,un sincero y cautivador tributo al desaparecido líder de los Clash Joe Strummer. Ya en un registro más bluesy,y con un incisivo solo de piano eléctrico de Javier Mora, poco después caería uno de los highlights de la noche a propósito de Girasoles robados,un fantástico tema con un groove irresisitible y ambientado en el Empordà.

Este renovado Juan Perro con perfume orleanés triunfó por todo lo alto en L´Auditori.

Madrid también fue protagonista de Malasaña,una trepidante canción a ritmo de country & western.Antes de poner en órbita a una africanizante Reina Zulú,embellecida por el gran trabajo del contrabajista, quien ofreció un espléndido contrapunto jazzy a la sesión.

No escasearon las referencias a su obra anterior convenientemente reelaborada, como una clamorosa versión La charla del pescado, que en un magnifico Vinyals se encargó de virar al hendrixiano modo. Con todo el público puesto en pie y pidiendo más y más, este renovado Juan Perro con perfume orleanés triunfó por todo lo alto en L´Auditori.

Crítica de Karles Torras para La Vanguardia. - La vanguardia

Después de reciclar material de Radio Futura en su anterior trabajo con la Original Jazz Orquestra, ahora Santiago Auserón vuelve a reencarnarse en Juan Perro para presentar hasta quince canciones nuevas. Un repertorio que supone un claro giro estilístico, dado que no tiene su punto de encaje en Cuba, sino que sitúa su imaginario musical en Nueva Orleans.

Para ello, el artista de origen aragonés pone en liza una flamante banda en la que ha incorporado al guitarrista barcelonés Joan Vinyals y al contrabajista canario Martín Leiton, junto a antiguos colaboradores perrunos como el teclista Javier Mora y el batería cubano Moisés Porro.

Y el jueves, en la noche de su debut, dicha formación sonó bien ensamblada y ofreció mucho juego. Haciendo gala de una fina ironía y componiendo muy bien el gesto, Juan Perro defendió con brillantez interpretativa su nuevo catálogo de perrerías selectas.Entre otras canciones, nos topamos de buenas a primeras con José Rasca,un sincero y cautivador tributo al desaparecido líder de los Clash Joe Strummer. Ya en un registro más bluesy,y con un incisivo solo de piano eléctrico de Javier Mora, poco después caería uno de los highlights de la noche a propósito de Girasoles robados,un fantástico tema con un groove irresisitible y ambientado en el Empordà.

Este renovado Juan Perro con perfume orleanés triunfó por todo lo alto en L´Auditori.

Madrid también fue protagonista de Malasaña,una trepidante canción a ritmo de country & western.Antes de poner en órbita a una africanizante Reina Zulú,embellecida por el gran trabajo del contrabajista, quien ofreció un espléndido contrapunto jazzy a la sesión.

No escasearon las referencias a su obra anterior convenientemente reelaborada, como una clamorosa versión La charla del pescado, que en un magnifico Vinyals se encargó de virar al hendrixiano modo. Con todo el público puesto en pie y pidiendo más y más, este renovado Juan Perro con perfume orleanés triunfó por todo lo alto en L´Auditori.

Crítica de Karles Torras para La Vanguardia. - La vanguardia