Last Fair Deal

Debería existir un mínimo de conocimientos básicos que cualquier ser bípedo tendría que dominar bajo pena de deportación u otra cosa peor. Ese conjunto de saberes que aseguran que nuestro paso por la vida no se limite a la mera contemplación vegetal, incapaz de aprender nada ni por supuesto de entender nada. Ya se sabe aquello de que la ignorancia es atrevida y por eso mismo es necesario combatirla ridiculizándola hasta el extremo.
Enfundando la espada, hablábamos de referencias ineludibles que aparecen en los diversos ámbitos artísticos, ya sea en el cine, literatura, música, etc. Figuras que, gusten más o menos, habría que conocer a la fuerza para guiarse en el vasto universo de la cultura, focos que ayuden a seguir esa travesía que llamamos vida.
En el aspecto musical dos de esos nombres imprescindibles serían Led Zeppelin y Thin Lizzy, sin cuya decisiva influencia no se podría comprender el panorama rockero o metalero contemporáneo. ¿Qué sería por ejemplo de Iron Maiden sin las guitarras dobladas de Phil Lynnot y compañía? Y respecto a los otros, sobran las palabras para definir a una banda que fue tan grande durante los 70 como los Beatles lo fueron durante los 60, quizás los únicos capaces de lograr que su influjo lo mismo lo sientan Dream Theater que Smashing Pumpkins o Lady Gaga.
Estaba claro que esta nueva entrega del ciclo Izar & Star, en el que grupos vascos rinden tributo a artistas míticos, se iba a petar de lo lindo. Y así fue porque coincidían varios factores: víspera de festivo, combos competentes en lo suyo, y una materia que adora casi todo el mundo. Porque, ¿a quién no le gusta Zeppelin o Thin Lizzy? Un servidor para acudir a tan magno evento hasta dejó de lado un homenaje a Joy Division que había en la otra punta de la ciudad. Y como con las chicas, ese tipo de sacrificios no se hacen por cualquiera.
Pero lo de esa noche iba a ser antológico, y no erramos en absoluto. Los primeros en liza, Highlights, pese a comenzar con un “Are You Ready?” de sonido atronador, no recurrieron al cancionero obvio esperable. Cierto es que condescendieron con el celebérrimo “The Boys Are Back In Town”, “Cowboy Song” o el “Still In Love With You” dedicado a la madre del vocalista, como todo buen hijo debería hacer. No descuidaron empero al sector sibarita con “Suicide”, con solos estratosféricos de tocar el cielo, o en el final con el épico “Roisin Dubh (Black Rose): A Rock Legend”, en la que se acordaron asimismo de su mentor y profesor de guitarra Pedro Ortega.
Algunos echamos en falta “Don’t Believe A Word”, otros el “Jailbreak”, pero no era cuestión de quejarse dadas las ganas que le echaron en escena, la encomiable determinación de no ir a lo típico y el tremendo nivelazo que demostraron en el aspecto instrumental, auténtica columna vertebral del sonido Thin Lizzy, vaya. Para nosotros no fue lo mejor de la noche, pero que otros lo consideraran así sería profundamente respetable. Muy grandes.
Last Fair Deal homenajeando a Led Zeppelin, guitarra de doble mástil incluida
Last Fair Deal homenajeando a Led Zeppelin, guitarra de doble mástil incluida
Tal vez porque en plena juventud nos legaron una antigua casete del ‘Houses of the Holy’ de Zeppelin junto a otras obras maestras siempre les guardamos una simpatía especial a los cuatro místicos. Quizás por eso disfrutamos más el show de Last Fair Deal, que enseguida mostraron sus credenciales con la instrumental “Moby Dick” y enlazando directamente con el himno “Whole Lotta Love” muy digno a la voz, prueba de fuego a la hora de valorar cualquier homenaje a las leyendas londinenses.
Al igual que sus compis precedentes, intentaron equilibrar la balanza entre los cortes previsibles y las curiosidades, como por ejemplo, “Nobody’s Fault But Mine”, uno de los pocos temas del álbum ‘Presence’ que la mítica banda incluía en el repertorio en directo. Conscientes de la dificultad de la tarea en cuestión, solicitaron ayuda al respetable para “Ramble On” y poco después les echaron un capote a las voces Mikel de Highlights e Iñigo de los progresivos Quaoar, un favor que se tornaría decisivo para facturar un bolo apoteósico.
De esta guisa se marcaron un “Rock N’ Roll” más enérgico que la original o un “Good Times Bad Times” con los antes mentados voceras a la vez que les quedó magistral. No descuidaron asimismo la vertiente folk del sonido Zeppelin, fiel representada por “Going To California”, en plan acústico y con Iñigo llegando a los tonos sin problema, o por “Bron-Y-Aur Stomp”, con la sala dando palmas a cada golpe de bombo.
Poniéndonos de nuevo picajosos, añoramos la faceta blues del cuarteto, esa de temazos de copa y puro del calibre de “Since I’ve Been Loving You”, “I Can’t Quit You Baby”, “You Shook Me”, etc. Pero bueno, nos valió igualmente el adrenalínico “Black Dog” o el in crescendo de enmarcar del “Babe I’m Gonna Leave You”, con los “baby” clavándose en las entrañas. La verdad es que el cantante hippy de los Quaoar se lo curró a tope, no era Plant, aunque tampoco nos hizo echarle de menos en exceso, después de semejante derroche de vitalidad y solvencia a la voz debería plantearse formar un combo de rock setentero.
Respecto a los demás, mencionar que tampoco desmerecieron en los desarrollos instrumentales, cualquiera no puede interpretar con la dignidad necesaria el “Stairway To Heaven” con el que cerraron, donde incluso se atrevieron a sacar una guitarra de esas de doble mástil tan características de Jimmy Page. No se hubiera entendido un epílogo de otra manera.
Alguien afirmó una vez que Shakespeare te podrá gustar o no, pero lo que no puedes decir es que es una mierda, sería un acto de ignorancia supina. Pues lo mismo sucede con el llamado ABC de la historia del rock, conformado por bandas fundamentales y discos fundamentales, nociones sencillas que deberían poblar la cabeza de una persona medianamente seria. Por mucho que uno alardeé del underground y de salirse de la norma, hay que reconocer que el canon oficial también tiene sus cosas buenas. - Mariskal Rock

De la misma manera que la veteranía es un grado, podríamos asegurar que la juventud tiene su encanto. La experiencia se suple por desparpajo, la osadía planta cara al oficio y la calidad no está reñida ni mucho menos con los años. Es cuestión de aprendizaje, y como en cualquier faceta que desarrolles, has de saber diferenciar aquello que merezca realmente la pena, enriquecerte y luchar por las metas que te impongas. A grandes rasgos, cualidades entre otros de Last Fair Deal, vehemente triplete que como bien dice el refranero, algo tendrá el agua cuando la bendicen, porque nos tiene muy bien acostumbrados a sudadas, vitaminadas y magnéticas actuaciones. Atesoran calidad y mantienen viva la llama del rock sin concesiones administrado con la sutileza del shuffle, la personalidad del blues o el vigor del boogie. Y para la ocasión se sumaba a la fiesta otro joven terceto: RavenEye, que dicho así, tal vez suene a poco, pero si añadimos que está liderado por Oli Brown la cosa cambia, ¿no? Dos tríos, dos sets diferentes en algún matiz, pero similares en esencia. Noche de guitarra, bajo y batería.

Llegamos inquietos a Kafe Antzokia, porque por muchas experiencias que acumules, la sensación suele ser la misma o parecida. Nervios. Intranquilidad. Ansiedad por reencontrarte con los muchachos y sentir de nuevo el hormigueo que produce una noche de rock and roll, impaciencia en conocer la respuesta del público y esperanza en que ésta fuera positiva… Bueno, mejor sigamos con el guión establecido. Entre risas y cervezas el tiempo de espera se hace relativamente corto, y con puntualidad británica saltan a escena Oli Brown perfectamente arropado por sus compinches Aaron Spiers a las cuatro cuerdas y Kev Hickman tras los tambores. Indudablemente, ese guión aludido había dado un giro de 180º y la gente quizás esperaba a los locales, pero por una vez y sin que sirva de precedente sería el equipo visitante quien pusiera el balón en juego, digo… quienes abrieran la velada.

En realidad poco sabemos sobre los muchachos salvo que tienen editado el single “Breaking Out” y un inminente elepé en mente, aunque era conocida la carrera en solitario de Oli, y en pocos minutos nos damos cuenta que la constante blues que marcaba su trayectoria se transforma en un férreo hard rock que debería contagiar vitalidad, y con un inicio un tanto titubeante, nos damos cuenta que ese no sería el día, quizás por el tratamiento, tal vez por un público poco receptivo, o pudiera ser porque el recinto presentaba más espacio libre que ocupado. Mientras las miradas se centran en la figura del señor Brown, he de decir que nos sorprendieron la soltura, cadencia, actitud y buenas maneras del sonriente Kev con las baquetas, el solvente ritmo impuesto por Aaron y algún momento de euforia ya fuera pidiendo la complicidad del respetable, ya fuera con algún solo bravucón o estrofa contagiosa. En los albores de la actuación suena tímidamente coreado el single mencionado y cuando daban sensación de sentirse cómodos dan por concluida una actuación constante y dinámica.

Una guitarra cósmica conocedora de los secretos que guardan los doce compases, una cálida e insinuante batería y un bajo con mucho shuffle. Parece sencillo. Es cuestión de alma. De feeling y sentimiento. Ellos lo tienen. Gonzalo, excepcional guitarrista y gran vocalista, Virginia, sutil y diabólica baterista que al igual que el anterior mantiene una permanente sonrisa e Iker, fino y profundo bajista. Un robusto trío que se desenvuelve perfectamente en el amplio espectro del blues-rock con profundas raíces. Tan pronto sientes el calor de tierras tejanas como percibes los vientos de Chicago, sonidos europeos te trasladan a décadas del siglo pasado y sientes contemporáneos influjos. Un perfecto motor que en las distancias cortas carbura a la perfección y asombra por su eficacia. Si asistes a un concierto donde los oficiantes tienen un amplio repertorio y para dar la bienvenida te reciben con la alegría de The Animals y estrechamente te despiden con la emoción de Freddie King… Pero este final vendrá en su momento. Épico, por cierto. Desde los primeros minutos percibes el calor de aquellos que antes se mantenían distantes, y las caras de felicidad y aplausos denotan que los chicos tienen tirón, y es que no sólo defienden con pasión su cancionero, sino que demuestran su respeto por el legado de Muddy Waters por ejemplo (Young Fashioned Ways), o se meten en la piel de Grand Funk Railroad (Ainless Lady) con la colaboración de Iñigo López (Quaoar), hipnotizando a unos cuantos incrédulos con unos agudos de órdago en la excepcional y atemporal Black Dog.


La emoción se apodera del ambiente y los chicos se afanan en hacer algo diferente cada vez que visitan un lugar acojonante, especial y familiar como Antzokia (Gonzalo dixit), y composiciones propias como “Miles” o “Down Below” suenan absolutamente deliciosas con la amplitud de registros que contiene la Strato de Gonzalo y el compás, calidez y vigor de Virginia e Iker empujan a entregarse, sudar, bailar y disfrutar ante la fogosidad de ese motor en combustión que es Last Fair Deal, bajando las revoluciones necesarias para abordar “Yesterday”, la nostalgia de la noche, momento de volcánica epidermis global.

La asistencia se desmelena cuando llegan los rutinarios y esperados bises comenzando con el ritmo enloquecedor de una guitarra en ebullición y una voz nasal clamando al cielo en “Cradle Rock”, pieza fundamental no sólo en la carrera de Rory Gallagher, sino en la aventura de los chicos, apta para finalizar cualquier bolo y dejar el pabellón bien alto de no ser por la sorpresa final que tenían guardada en el bolsillo. Se habían conocido apenas una hora antes, pero si el señor Oli Brown ya había dejado constancia de su buena predisposición y caballerosidad al cambiar el orden… el final con “Going Down” fue sencillamente aplastante. Emotivo. Un derroche de facultades con fumígenos diálogos a doce cuerdas, fervor por el blues, y enorme clase. Ovación. Going up. - Gravelroad76

Last Fair Deal es el nombre de la banda vasca de blues-rock y rock sureño que visita hoy Hectorín Café-Pub (en pleno Barrio Húmedo, donde estaba La Sal). Gonzalo Portugal (voz y guitarra), Iker Arbizu (bajo) y Virginia Fernández (batería) son los integrantes de este grupo, poseedor de dos discos: 'Last Fair Deal' (2011) y 'Once' (2013). Y precisamente será los temas de estos álbumes, sobre todo del segundo, los que den contenido a la nueva apuesta de músico en vivo de Hectorín.

'Once' fue grabado en directo por el productor Saúl Santolaria y es depositario de la energía de que siempre ha hecho gala este power trío bilbaíno. Su sonido tiene ecos de aquellas bandas tan enérgicas de los sesenta y los setenta y así quedará demostrado a lo largo de la actuación de hoy en tierras leonesas.

En 2.011, tras la grabación de su primer álbum, fue seleccionados en el XXIII Pop Rock Villa de Bilbao para participar en su fase final. Este concurso reconoció a Gonzalo Portugal como el mejor guitarrista. También, ese mismo año, fue ganador del XI Concurso Pop-Rocl de Leioa. Tras rendir tributo a Rory Gallagher en el teatro Campos de Bilbao dentro del ciclo Izar & Star en junio de 2013, fue citado para tocar en el XVI International Rory Gallagher Tribute de Amsterdam en marzo de 2014, donde fue halagado como uno de sus grandes hallazgos. Ha tenido oportunidad de compartir escenario con Horisont, Guadalupe Plata, Capsula, Belako, La Fuga, Sex Museum, Dead Bronco y Quaoar, entre otros. - ILeon

Last Fair Deal “Once”, segundo y fantástico disco del trío vasco compuesto por Gonzalo Portugal a la guitarra y voz, Iker Arbizu al bajo y Virginia Fernández en la batería tras su anterior disco homónimo editado en el 2011, un gran trabajo que respira libre en atmósferas diversas entre el Rock setentero y Sureño. - Dirty Rock