Monik

MONIK:
LA HIJA DEL RIGOR

Los prejuicios que recaen sobre Mónica Rodríguez desde que apareció en tv en el reality de música “Operación Triunfo” que emitía una estación local, donde aparentemente perdió credibilidad musical para muchos, la pasada noche del jueves 06 de julio tales prejuicios fueron tirados por la borda, por la misma Mónica, para los que fueron parte de dicha presentación en donde la cantante tuvo que extremar sus recursos en escena frente a un puñado de adversidades.

A eso de la 01:15 de la madrugada suben a escena los 4 músicos. Guitarra y bajo de esquina a esquina, Mónica en el centro y al fondo la batería, de donde mandaban las maldecidas secuencias de la noche… solo hasta que la diva puso la calma y profesionalismo.

Parte el show con un tímido “Hola. Somos Monik”. Comienza el tema y las cuerdas intentan seguir a una secuencia que apareció a destiempo, que se saltaba y comenzó rápidamente a producir el caos. Mónica aún no entraba con su voz… se acerca al baterista (mientras los descoordinados sonidos seguían fuerte como parte del tema) e intenta solucionar el problema. Sus nervios eran evidentes, pero sin más ni más se lanza y comienza a cantar. Un salto al vacío que duró casi un minuto hasta que decide parar la canción. Pide humildes disculpas al público. Se toman unos segundos y parten nuevamente. El problema técnico es calcado. Mónica, rigurosamente intenta disimularlo mientras sus colegas están por entrar en shock. Frente a este panorama pasa un minuto y ella vuelve a parar el tema. Las disculpas públicas son reiteradas, y pide un par de minutos. Sale indignada y con impotencia del escenario. Un panorama apabulle y adverso para cualquier banda. Un par de minutos pasan y parte todo por tercera vez. Y es que la tercera es la vencida para Mónica Rodríguez.

Con la misma rabia que antes se había retirado de escena ahora vuelve decidida. Es otra…con seguridad apabullante comienza a desenfundar sus desenfadados movimientos y su desgarradora voz. Sus pupilos tímidamente comienzan a entrar en sintonía, pero ella con sensuales y decididos movimientos pareciera darle un par de cachetadas de aliento hasta que despabilan, y por fin ahora si podemos soltar el respiro para acomodarnos a oír y ver el show de Monik.

Dueña de una dulce, agresiva inquietante y cautivadora ambigüedad visual y sonora es el centro merecido de todo el show. Sus compañeros parecieran ser simples músicos de sesión y no de la banda. No obstante son estos lo que le dan la estructura sonora a su vocalista y “frontwoman” para que despliegue solo certeros disparos.

Puedes cerrar los ojos y la desgarradoramente ambigua voz de Mónica te sorprenderá. Puedes taparte los oídos, no oír nada, y también te sorprenderás por su estética visual que va desde sus agresivos o suaves movimientos siempre certeros, gestos y actitudes que por momentos pareciera que estuviese agonizando en público o en otros atemoriza con un registro vocal en extremo alto que desgarradoramente interpretado sorprende.

La banda como unidad aún no logra fundirse en comunión. La renombrada marca una abismante e involuntaria diferencia. Hay mucho más camino recorrido y sets de televisión. A pesar que los músicos no estén a la altura musical y profesional de Mónica ella parece sentirse muy cómoda. Complicidad en escena existe.

Foto: Jueves 06 de Julio, 2006. Batuta. - Ignacio Orrego

De claro a oscuro y viceversa: Mónica Rodríguez y su renacer

Se hizo conocida en el 2003 tras ganar la versión chilena del reality show “Operación triunfo”, al año siguiente quedó en tercer lugar en Cannes, retomó sus estudios y se recibió de ingeniera comercial y grabó tres discos. Sin embargo, su dulce voz pareció haberse silenciado... ¿Qué pasó con la chica platina y sin cejas del programa de talentos de Mega?.
día cualquiera, probablemente entre semana, Mónica Rodríguez dejó de ir a clases. Tenía 22 años y estudiaba ingeniería comercial. Esa tarde tomó su mochila y le pidió a una compañera que les avisara a todos que no iba a volver, que tenía otras cosas que hacer, y al día siguiente, sin contárselo ni siquiera a su madre, se encerró por poco más de tres meses en la academia estudio de la única versión chilena del reality show y programa de talentos “Operación triunfo”, que condujeron Álvaro Escobar y Alfredo Lewin en Mega. Corría el año 2003.

Aunque lo había conseguido, llegar a la televisión no era exactamente lo que buscaba, pero era la única forma de mostrarse y hacerse oír. Desde 1998 que había decidido dedicarse a la música, formó parte de una banda llamada “Deja vú”, viajó por México y volvió a Chile con ganas de más. No obstante, el panorama local no fue tan amigable. Conversó con productores musicales, managers, pero ni uno quería invertir en artistas independientes. La televisión fue entonces la única vitrina disponible.
A fines del año anterior, TVN había lanzado “Rojo, fama/contrafama”, al año siguiente, Canal 13 apostó por “Protagonistas de la música”, y Mega por la filial de “Operación triunfo”, un reality show que se había convertido, a esas alturas, en un semillero de estrellas fugaces. Mónica lo intentó en todos. Mientras se presentaba varias noches a la semana en el bar El Barril, en Vitacura, grabó videos para los castings de “Rojo” y “Protagonistas...”. Le quedaba solo una opción.

Una noche, luego de bajar de la tarima del bar, se le acercó un desconocido para invitarla al casting del programa de Mega. Aún seguía yendo a clases y no alcanzaba a llegar a tiempo, pero el mismo tipo se ofreció a guardarle un puesto en la fila que se extendió por varias cuadras en las afueras de un supermercado de Vitacura. Así llegó al día siguiente, audicionó, quedó seleccionada y salió del anonimato.
Su imagen de entonces es inolvidable: usaba el pelo corto, platinado y chascón, tenía tatuajes, unos cuantos piercings y además no tenía cejas. Ni una sola ceja. Así, semana a semana, “Monik”, como se dio a conocer, se convirtió en un fenómeno televisivo local. El resto de la historia ya es conocida: con su versión de “Mi enfermedad”, de Fabiana Cantilo, ganó el programa, al año siguiente quedó tercera en la versión mundial de “OT” en Cannes, firmó un contrato con Universal, lanzó un disco titulado “Mónica”, e hizo un borrón y cuenta nueva. No quiso hablar más de “Operación triunfo”, hasta ahora.


Así luce hoy, sin el pelo platinado y más natural, "más madura", como ella misma cuenta.
Foto: Gentileza
Reapareció varios años después, titulada de ingeniería comercial, con dos discos compuestos, editados y producidos por ella misma, “Monik” (2007) y “Fingir” (2012). Y hoy, con 33 años, el pelo oscuro y más largo, intenta hacerle un espacio a su single “De a dos” en Youtube y las radios, mientras prepara un cuarto disco y una gira por Chile. La paradoja en esta historia: pasar del pelo claro al oscuro, pero de la oscuridad a la claridad musical.
Te ves distinta a como te conocimos, ¿a qué se debe el cambio radical de look?

-Ha pasado mucho tiempo. Imagínate que “Operación triunfo” fue hace ya 11 años, y desde entonces han pasado muchas cosas. El cambio de look... no sé, estuve rubia hasta hace poco, recién estoy dejando que mi pelo crezca más natural.

Pero sigues sin tus cejas, como parte de tu sello…

-(Ríe) Sí, es que en realidad nunca me han crecido, y dudo que algún día vayan a hacerlo. Al principio obviamente no me gustaba, porque de niña me hacían bullyng por eso y porque me encontraban rara, pero hoy me acomodan, me gusta cómo me veo sin cejas.
Ha pasado más de una década desde que te hiciste conocida, ¿qué ha pasado en todo este tiempo?

-Difícil resumirlo, la verdad. He estado siempre dedicándome a la música, aunque acá en Chile es difícil conseguir oportunidades para un músico emergente como yo. En un tiempo tuve sello (Universal), y ellos hacían gran parte de la pega. Te iban a buscar, a dejar, agendaban tus presentaciones, te maquillaban, producían, etcétera. Lo que nunca pudieron hacer fue callarme. Siempre he ido buena para hablar, y creo que la gente me conoció así, medio frontal para decir las cosas.

En el reality eras la chica más dura, ¿eres así en realidad?

-Sí y no. Creo que en ese tiempo tenía todo el ímpetu de la juventud, hablaba muchas cosas de las que después me podía arrepentir y no medía consecuencias. Pero como te digo, ha ido pasando el tiempo. Sigo siendo la misma, pero más calmada, más madura.


La versión 2014 de la cantante.
Foto: Felipe Pinto / Terra

Tu música también ha cambiado bastante. Desde tu primer disco hasta este último, pasaste de ser una mezcla medio oscura y baladista al pop, ¿cómo lo ves tú?

-Antes estaba más influenciada por otro tipo de música. Me gustaba y me gustan mucho bandas como Cocteau Twins o Tori Amos, pero sabía que tenía que encontrar un sonido propio. Y creo que la música que uno compone obedece estrictamente al momento que está viviendo. Hoy estoy bien, feliz, tranquila, queriendo pasarlo bien, por eso es que salí de lo oscuro para darle más a la fiesta.
¿Qué recuerdos tienes de “Operación triunfo”?

Siento que fue una gran oportunidad, un trampolín, aunque con fecha de duración. Yo sabía perfectamente que después de que el programa terminara iba a tener que demostrar quién era y sacarme de encima la imagen de chica reality.

¿Lo conseguiste?
-Sí, o sea, la gente sigue reconociéndome por haber estado en el programa, pero a mí ya no me pesa. Al principio no quise saber más del reality y estaba un poco chata del tema. Para mi segundo disco ni siquiera quise aparecer en la carátula porque quería llevarlo a las radios, y sabía que si me reconocían, iban a pasar de largo. Existe mucho prejuicio con los ‘ex chicos reality’ en este país.

¿Se te han cerrado puertas?

-Muchas, aunque no solo por “OT”, sino porque en Chile no hay lugares grandes donde tocar si es que no eres un artista grande. A mí me gustaría mucho acarrear gente y hacer un buen show, con bailarines, un espectáculo, pero no te dan la oportunidad si llegas a tocarles la puerta como Mónica Rodríguez. Y eso es grave.

¿Cómo lo haces entonces?

Tengo gente que me sigue, la verdad, y me gustaría que muchos pudieran escuchar lo que estoy haciendo porque al final uno como artista lo hace para la gente. Para uno también, sí, pero también para que lo disfrute la gente.
¿Volverías a la televisión?

-Volvería pero a mostrar quién soy ahora, no a encerrarme ni nada. De repente me acuerdo del reality y pienso que ni yo me hubiera soportado, porque era cosa seria... aunque tenía claro que quería ganar la competencia y no amigos. Y así fue. Pienso que eso fue lo que me ayudó a ganar, además, mi obstinación.
¿Te reconoce la gente en la calle?

-Siempre, y es muy amorosa. Es gracioso porque se me acercan y me dicen ‘¿qué hizo con su carrera? ¿Por qué dejó de cantar?’. Y no he dejado de hacerlo nunca, al contrario. Lo que pasa es que no hay espacio, recién estamos peleando el 20% de música chilena en las radios, y aunque creo que es justo, pienso que esa difusión es medio vaga. Un artista tiene que estar sobre el escenario”.

¿Cuáles son tus planes?

“Por ahora, difundir mi single ‘De a dos’, y en octubre lanzaré una reedición del disco, que estará a cargo del conocido ingeniero estadounidense Chris Gehringer, quien ha trabajado con Madonna, Lady Gaga y Rihanna. Además, espero poder girar por Chile, siento que tengo una deuda enorme con regiones, con todas las personas que quieren verme en vivo y que no han podido. Esa es mi meta, por ahora. - Terra