Santiago Lara

HERSBRUCK - Kaum ein anderes Konzert hätte die Woche des 14. Internationalen Gitarrenfestivals besser eröffnen können als die Santiago Lara Grupo mit Mercedes Ruiz, denn es zeigte in brillanter Weise das neue Konzept "Gitarre plus", also der "Hauptdarsteller" in Kombination mit weiteren Instrumenten oder eben Tanz. Dieser und die Musik verschmolzen zu einer Einheit, ungewohnte Elemente brachen den traditionellen Flamenco, ohne ihn aber komplett zu verlassen - Das Publikum war verzaubert.

Genau wie der künstlerische Leiter Johannes Tonio Kreusch im Vorfeld. Bei den Eröffnungsreden erzählte er, dass er im Auto immer in die CDs möglicher Musiker fürs Festival hineinlausche, doch „Santiago Lara habe ich bis zum Schluss gehört“. Und an ein Gehen, bevor der letzte Ton verklungen war, war an diesem Abend nicht zu denken, auch nicht für Bürgermeister Robert Ilg, der das Interesse von BR und Süddeutscher Zeitung vor allem der Arbeit von Kreusch zuschrieb („das kommt nicht von ungefähr“), und Gloria Mínguez, Kulturreferentin der spanischen Botschaft in Berlin, die südländisches Flair in ihren Worten verbreitete.

Und dann kam er: Fast die ganze Zeit versunken in sein Spiel und mit geschlossenen Augen ließ Santiago Lara, der alle Stücke selbst komponiert hat, seine Gitarre zunächst einsam und verträumt durch die volle Dreifachturnhalle klingen. „Cueva del sonido“ war so einnehmend wie eine Geschichte, die einem erzählt wird. Egal ob bei „Caminos Nuevos“ oder „Un viaje por la vida“, das oft perlende, ausdrucksstarke Spiel im typischen Flamenco-Rhythmus wurde immer wieder von explosiven, fast aggressiven Momenten, die die charakteristischen Themen dieser andalusischen Musik - Wut, Trauer, Leid, Unerreichbarkeit der Liebe und Verlust - ausdrücken, in Form vom Griff in die vollen Saiten unterbrochen.

Die atemberaubende Fingerfertigkeit Santiago Laras begeisterte das Publikum, das durch gekonnt gesetzte Pausen und rasend schnelle Töne in Spannung versetzt wurde. Hatte sich das Stück dann gesteigert bis zum abrupten Schlussakkord, entluden sich diese Emotionen bei den Zuhörern in viel Applaus und „Bravo“-Rufen. Ganz der Flamenco-Tradition entsprechend begleitete Perico Navarro am Cajon den Chef des Trios, wechselten sich Gefühl und Power beispielsweise in der Rumba „La plata“ ab.

Piano statt Gesang

Doch auf den typischen Gesang, cante, wartete man vergebens. Stattdessen ersetzten das vollmundige, melodische Piano von Miguel A. López, das den Liedern bisweilen eine fast jazzige Note verlieh, sowie geschickte Einsätze von Becken und Rassel die sängerische Grundlage des Flamenco. Es entwickelte sich eine fesselnde Kommunikation der drei Instrumente, die um den „baile flamenco“ ergänzt wurde, sobald Mercedes Ruiz die Bühne betrat. Das komplexe Wechselspiel zwischen Gesang und Tanz fand nun stattdessen zwischen dem Trio und Ruiz statt, deren klackernde Schritte in höchster Geschwindigkeit und deren Körpertöne - sie nutzte Arme, Beine, Schnipsen und Klatschen (palmas) als Percussion - Teil der Musik wurden.

In enormer Körperspannung und mit einer unbeschreiblichen Präsenz aus Stolz, Eleganz und Leidenschaft präsentierte sie ein Feuerwerk an präzisen Stakkato-Schritten, Blicken und Gesten - melodisch, verletzlich, unnahbar, flehend. Wie in der Musik mischte sie zackige Fußtechniken, fließende Bewegungen wie Drehungen, Schleifen mit den Schuhen und die typischen Handdrehungen (floreos) und neue Elemente: Im engen Anzug konnte kaum jemand die Augen von Ruiz lassen, die seit 2003 gefeierte Soloprogramme gibt.

Wie sehr die Künstler diese Musik leben und lieben, war spätestens bei den Zugaben zu sehen, als Ruiz sich einfach klatschend unter die Instrumentalisten reihte. Locker und freudig, fast wie gejamt, wirkte der Flamenco hier. Kein Wunder, dass das Publikum diesen mitreißenden Abend mit nicht enden wollendem Applaus belohnte.

Andrea Pitsch - Nord Bayern

La profesionalidad de Santiago Lara demostró que la juventud está capacitada para afianzar el arte flamenco.

En muy pocas ocasiones un espectáculo te deja con esa sensación de tener ganas de más. Cuando un montaje se ha trabajado y se la han echado bastantes horas, el público lo percibe claramente. La profesionalidad de Santiago Lara demostró que la juventud está capacitada para afianzar el arte flamenco.

El guitarrista jerezano fue el protagonista de la tarde de ayer en Sala Paul, en la que presentó oficialmente y en un escenario su último trabajo disográfico, titulado 'Sentimientos Nuevos', una expresión y transmisión de su personalidad. Una timidez apartada por una guitarra brillante y limpia.

El joven, acostumbrado a acompañar a grupos de baile, se situó en el centro del escenario empezando con unos aires de taranta y minera. Una vez roto el hielo, se acompañó de dos palmeros, que hicieron una gran labor de acompañamiento. Javier Peña y Rafael Ramos acompasaron un recital repleto de destellos de calidad. Además, contó con su hermano Paco Lara en uno de sus temas, y con la percusión de Perico Navarro.

El segundo de los temas interpretados por el guitarrista fue una farruca un tanto aligerada pero que tuvo un buen resultado. Sonó a farruca desde el principio. Prosiguió por alegrías, dedicadas a su hija Pastora, un estilo cargado de sal con el riguroso acompañamiento de uno de los invitados estrellas de la tarde, David Lagos. Una vez más, el cantaor vuelve a aparecer en esta edición del Festival, pero es difícil cansarse de lo bueno. El cante de Lagos, visceral y cargado de fuerza, llenó el escenario. Un espectáculo completo, una actuación de varios quilates.

El siguiente en salir fue Jesús Méndez. Un artista del que necesitaríamos varias páginas para enumerar la cantidad de virtudes que sostiene. Por toná y seguiriya, Jesús aportó una colaboración importantísima que enalteció aún más la actuación.
De nuevo salió Jesús Méndez para poner voz a unos fandangos de Huelva dedicados a Parrilla de Jerez. Tras él, Santiago conmovió con un toque por malagueñas y granaínas, con la voz de David Lagos. El triunfo de Santiago fue causa de la unión de grandes profesionales del flamenco, tanto voces como músicos.

Despidió su exitosa actuación por bulerías, al son de los dos cantaores estelares de la tarde, uno se acordaba del barrio de Santiago y otro de San Miguel. El público no dudó en aclamar al guitarrista en varias ocasiones. - Diario de Jerez

Santiago Lara es un artista concebido para monopolizar la escena. Crece y explota sus condiciones cuando acapara la atención y cobra especial protagonismo cuando se sitúa frente a frente ante el público

Con rigurosa puntualidad, Santiago Lara compareció en escena escoltado por Miguel Ángel López (piano) y Antonio Coronel (batería). El público abarrotaba la Sala Paúl en este inicio del ciclo 'De la Frontera'. Un apartado que fue creado con la intención de explorar nuevos territorios, esos por los que fluye el flamenco y donde se asocia con otras músicas. Ahí encontramos a Amalgama, la última propuesta del menor de los Lara, un recorrido general por esos caminos que rodean al toque más flamenco en los que se topa con instrumentos de diversa índole, como el piano o la batería.
Santiago Lara es un artista concebido para monopolizar la escena. Crece y explota sus condiciones cuando acapara la atención y cobra especial protagonismo cuando se sitúa frente a frente ante el público. No le gustan los retos fáciles, es un torero que se encierra en la plaza con seis toros, nunca se esconde. El sábado lo volvió a demostrar. Gran dominador de la base flamenca, el guitarrista jerezano pasa por esa época de búsqueda que todo artista debe padecer. Necesita nuevos sonidos para alimentar su depurada técnica pero lo hace sin demasiada prisa, sin bascular en demasía su forma de tocar, lo hace lentamente, consciente del arraigo de su música, pero dispuesto a seguir mejorando.
Su guitarra es pura vitalidad cuando tiene que acrecentar el ritmo y suena flamenca cuando encara la vereda más pura. Lo demostró por granaína, con un manejo de pulgar y picados excelso, y sobre todo por tarantos, el único solo que interpretó, donde jugando con los bajos, haciendo serias alusiones musicales al maestro Manolo Sanlúcar, al menos musicalmente hablando, y con un trémolo espectacular consiguió un sonido muy logrado.
Precisamente el sonido o mejor dicho, la saturación, el gran problema de la Sala Paúl cuando los decibelios superan la lógica, fue el gran ausente de la noche, quizás por el cuidado y el empeño con el que los músicos, piano, batería y guitarra, mimaron la escena.
El joven artista interpretó temas nuevos, que aparecerán en su próximo compacto, aunque también recurrió a versiones de su primer disco, El sendero de lo imposible, como la rumba La Plata o el zapateado Embrujo, compartido con el baile de Mercedes Ruiz. La bailaora fue también protagonista de la noche y sus intervenciones fueron bastante aplaudidas por un público que la adora. Apareció en dos ocasiones, la primera para rematar por seguiriyas y al compás de la batería de Coronel uno de los temas. De terciopelo azul y con esa firmeza que le caracteriza, arrancó los olés de la sala. La segunda para efectuar el zapateado Embrujo, esta vez ataviada con pantalón y chaquetilla gris y con esa elegancia innata que posee. Todo lo hace fácil, por más complicado que sea cada uno de sus pasos.
El nivel de complicidad de Santiago con los músicos se mantuvo durante toda la noche. Una simple mirada de Santiago hacia cualquiera de ellos denotaba un gran sentido del entendimiento. Prueba de ello fueron los fandangos de Huelva ejecutados, una verdadera amalgama de sonidos que aglutinaban de forma excelente el compás más tradicional con pinceladas de rock andaluz y connotaciones jazzísticas. Una mezcla que engrandeció más si cabe una velada esperanzadora. - Diario de Jerez

Santiago Lara auna en 'Amalgama' flamenco de alta graduación y jazz, cautivando al numeroso público que acudió la madrugada del domingo a la Sala Paúl.

La amalgama, la fusión de patrones rítmicos o melódicos, la mezcolanza de músicas y culturas, es una fina obra de artesanía que no está al alcance de cualquiera.
Amalgamar está supeditado al conocimiento profundo de los elementos con los que se produce la asociación.
El jerezano Santiago Lara confirma con su nueva propuesta que anda sobrado de ingredientes y de dominio para ejercer de alquimista flamenco.
Más allá de la exhibición de dificultades acompasadas o de ostentación de calidades armónicas y técnicas, el guitarrista introduce al público con pasmosa facilidad en terrenos de una elevada exquisitez musical.
Para dar inicio, alegrías, donde ya vislumbramos que el equilibrio entre los tres componentes es lo suficientemente notable como para dar cabida al lucimiento personal de cada uno sin ampararse en solos excesivos o forzados. Las transiciones fluyen con soltura y se digiere con gusto el vendaval técnico.
Apoyado en el bordón, Santiago transita por territorios de mayor melancolía, y la limpieza en la ejecución general nos deja disfrutar de un soberbio trabajo por parte de Antonio Coronel a la batería. Meciendo la guitarra, Santiago progresa en la velocidad y transforma el cuerpo de la canción.
Entre la dulzura y el vértigo nace la seguiriya, parida de la melodía de una malagueña, para que Mercedes Ruiz cargue de elegancia el baile. Un trabajo de pies muy preciso y la limpieza supina en los giros dan forma, literalmente, a la jondura con trazos de jazz que transmiten piano y guitarra.
Santiago en solitario nos supera a todos con un alzapúas infinito en un sobresaliente zapateado que supuso el punto más excelso de toda la velada. Y con el traje de flamenco ceñido a las manos nos lleva al fandango. De nuevo nos hallamos ante un encomiable trabajo de batería, marcando los remates con exactitud de cirujano y creando atmósferas que, junto al piano, le proporcionen un lecho al pulso inagotable de la guitarra.
La velocidad de la bulería nos devolvió a Mercedes a escena. La bailaora se sumó a la música como elemento visual y sonoro, perfectamente conectada, en una simbiosis más allá del puro acompañamiento al baile.
En definitiva, Santiago Lara nos sedujo y supo transportarnos a sus pasiones en cada momento del espectáculo. Cargó las tintas sobre la limpieza en el toque, las referencias al flamenco clásico y la minuciosidad en cada uno de los números que ejecutó. Un bello ejercicio de 'Amalgama'. - La Voz Digital