The Cassettes

Haciendo honor a su fama y bien ganada reputación como tribuna artística para música original, Diva Nicotina refrescó el ambiente con rock juvenil e inédito el pasado fin de semana.

El grupo Taberna, luego de un comienzo flojo, se armó para sorprender al público con un rock tremendista bien ejecutado a base de una guitarra líder muy buena.

A continuación subió al escenario F-16 que, apoyado en las ejecutorias de su baterista, también ofreció un show aceptable dejando en claro que no todos los músicos jóvenes de rock están obligados a funcionar haciendo exclusivamente tributos a los famosos del pasado.

Y llegó el momento de la afirmación femenina cuando en el concierto de fondo se presentaron The Cassettes con Ángela Peñaherrera, guitarra prima, líder de la banda, muy bonita y definitivamente portadora del humor y genes artísticos de su padre, el famoso fotógrafo Fabián Peñaherrera, a la cabeza.

En vocales la extraña belleza de Natalie Vergara, que irradiando un carisma completamente fuera de lo común es dueña de un magnetismo que captura la mirada y atención de cualquier espectador.

Debe vigilar su entonación en todo momento, pues tiene calidad artística. Como cinturón negro en Tae-Kwon-Do, esta campeona nacional debería incorporar estos movimientos al cantar.

La sugerencia es totalmente en serio. Ya lo hizo en Las Vegas nada menos que Elvis Presley.

Con Andrea Nieto en el bajo tocando atrás y arriba de las otras dos, la banda proyecta una presencia escénica joven, bonita y, sobretodo, revolucionariamente distinta.

Tres chiquillas Punk Rockers apoyadas por un pelado tocando batería atrás al fondo, es algo que no había visto desde Joy of Cooking en el Berkely de 1970.

Arrancaron con un intro que sonó muy parecido al comienzo de Back in the USSR de Los Beatles o sea rock clásico por excelencia con Ángela Peñaherrera ayudando en coros al canto de Natalie. A continuación Ángela comenzó a mostrar su habilidad con algunos licks sobresalientes en la guitarra que sirvieron para que The Cassettes pueda despegar con un rock duro, agresivo, en alta velocidad con las tres chicas juntas, vocalista, guitarrista y bajista en la misma onda corporal patentada por el clásico rock duro masculino.

Con mucho criterio mantenían estas canciones muy breves para luego cambiar a un tempo mucho más lento imprimiendo variaciones constantes que poco a poco fueron incrementando y contagiando el ánimo del público.

Al calor de la música frenética con letra como Soy demente se desató la locura total entre el público más cerca al escenario que estalló en ese “exabrupto cultural” que es el Mosh Dancing brincando y agrediéndose entre sí, mientras Tyron Andrade, actor, juglar y ave silvestre del ambiente artístico en demostración de total lucidez agarraba la camiseta arrojada por Ángela Peñaherrera del escenario como si fuera un bouquet matrimonial.

Una noche apropiadamente contra-cultural en Diva Nicotina, sin lugar a dudas. - El Universo