WYZA
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"Africa de hoy y de siempre"

África está en el punto central del festival cartagenero en su actual edición. Además de dedicar su «especial» a Suráfrica, otro buen número de conciertos vienen del mismo continente. Así, tuvimos en jornadas sucesivas latidos musicales con denominación de origen africano y referencia a la actualidad y a la tradición. El angolano Vyza presentó su propuesta de hoy mismo y Los Tambores de Burundi nos llevaron a la expresión más primigenia del continente. Y tanto uno como otros lograron el entusiasmo del público. Era el primer concierto en España de Vyza, cantante, guitarrista y compositor de la etnia bakongo, asentada al norte de Angola y el sur de Congo. Y el Festival también estrenaba nueva sede, La Linterna, situada en el mismo complejo del Parque Torres donde se dan los conciertos de mayor convocatoria. Ambos estrenos se saldaron a toda satisfacción. Joao Sildes Bunga, conocido como Vyza, empuña la guitarra acústica y se acompaña de guitarra-bajo y dos percusionistas que también doblan en los coros.
Timbre casi femenino. Su música, que se acoge bajo el nombre de Kilapanga, se ofrece como un remanso de paz y con vetas de nostalgia ensoñadora, que parecen territorio común de las antiguas colonias portuguesas, la actual Lusofonía. Vyza prende desde el primer momento por su hermosa voz, en un timbre casi femenino en el que se desenvuelve a la perfección. Se expresa en el idioma kikongo, pero no es preciso entender sus palabras para acercarse de corazón a su propuesta musical. Concluyó con «África yaya», que da título a su último álbum. Esperamos verle pronto de vuelta a los escenarios españoles.
En la jornada siguiente el festival recuperaba uno de los escenarios, abierto gratuitamente al público, de sus primeras ediciones, en la Plaza del Ayuntamiento. Un concierto sin amplificación de Los Tambores de Burundi, una docena de tamborileros danzarines y cantantes, que levantaron el entusiasmo de un público quew estuvo a pie firme durante algo más de una hora. Y son fascinantes. Su escucha -y visualización- permite un viaje al primer manantial africano del que proceden tantas músicas que escuchamos hoy en día.
- La Razon


"Brisa fresca, agua de manantial"

Las informaciones sobre el angoleño Wyza eran escuetas. Sabíamos que es de la etnia bakongo -minoritaria y de la zona norte de su país-, que trabajó como limpiador para ganarse la vida, que canta en kikongo -¿me puede repetir la pregunta?- y que el ritmo base de sus canciones es el inefable kilapanga. O sea, diez multiplicado por cero.

Pero teníamos sus canciones, que es lo que vale y mucho en su caso, e íbamos a contar con su presencia estrenando un nuevo escenario de La Mar de Músicas. Conociendo a Francisco Martín, director del festival, eso es sinónimo de cita recomendable. Y vaya si lo fue. Bien recomendable y con esa aureola mágica que a menudo viste a este festival tan único y especial. Sabemos lo que tenemos, o eso espero, pero conviene recordarlo de vez en cuando, no vayamos a perder la perspectiva.

Wyza ofreció un concierto lindo y delicado, de texturas sonoras subyugantes y agradable suavidad vocal de timbre alto. Etiquetable como folk o folk-pop, siempre con un indudable sabor de denominación de origen y con un marcado acento positivo en su interpretación. Su sonrisa de niño y sus ojos-faro resultan premonitorios. A la sensación general de embelesamiento contribuyó la belleza del escenario, naturaleza y restos árabes y romanos, con bandadas de gaviotas sumándose coquetas al decorado.

En su presentación en España, Wyza presentó las canciones de su segundo álbum, África yaya, cortes narrativos con la voz como eje al modo cantautor, pero que no obstante y gracias a unos arreglos tan sutiles como inspirados -de doble percusión y bajo o guitarra- ofrecían la sensación de tratarse de frágiles piezas de orfebrería. Artesanales, precisas, casi miniaturistas por momentos. La voz de Wyza, utilizada cuando procedía casi como un instrumento percusivo más, coronaba la sensación de regalo.

El concierto fue creciendo en contenido rítmico, dentro de la suavidad general, contagiando a un público satisfecho desde el inicio y que acabó solicitando la prolongación del repertorio. La música de Wyza es brisa fresca, es agua de manantial, es sol de montaña. Suena moderadamente exótica, razonablemente moderna sin perder un ápice de su singularidad étnica y acaba dejando esa sonrisa de satisfacción, acaso un poco bobalicona pero impagable, de cuando uno sale de la sesión de masaje y relajación.

Escuchas bonitas canciones, en un marco de considerable belleza y te ahorras el tai-chi de los jueves. No fue el concierto de mi vida, pero rentable ya sale.
- La Verdad


"El escenario de la Linterna y Wyza, un doble estreno y un doble éxito"

Un doble estreno y un doble éxito. En eso se convirtió el concierto programado para la noche del pasado domingo por la organización de La Mar de Músicas en el nuevo escenario de la Linterna del Parque Torres.

Actuación que estuvo a cargo del artista angoleño Wyza, que cantaba por vez primera en España y cuyo concierto fue retransmitido en directo por Radio 3 de Radio Nacional de España. Labor que llevó a cabo la periodista Lara López, una de las habituales, año tras año, del festival étnico cartagenero.

El nuevo escenario gustó mucho a las cerca de 200 personas que acudieron al concierto. Este lugar ha sido elegido personalmente por Francisco Martín, director del festival, como sustituto de la Plaza de la Condesa de Peralta, que había acogido conciertos en los últimos años tras haberse cerrado, con motivo de las excavaciones del Teatro Romano, la Catedral Antigua, que también ha sido escenario de La Mar de Músicas en ediciones anteriores del evento.

Junto a la linterna, los restos de un probable faro de época medieval que guiaba el camino a los barcos que tenían que adentrarse en la dársena cartagenera; al amparo de uno de los descomunales ficus existentes en el recinto del Parque Torres y teniendo como fondo el Puerto de Cartagena, las instalaciones de la Universidad Politécnica de Cartagena en el antiguo Hospital de Marina y el Castillo de los Moros, el nuevo escenario constituye un marco muy idóneo para conciertos como el del pasado domingo.

Música africana de raíz
Joâo Sildes Bunga, o Wyza, como reza su nombre artístico, ofreció un concierto con los temas de su disco ‘África Yaya’, que fue grabado en Brasil y lanzado al mercado discográfico en abril de 2005.

El disco incluye una serie de canciones, las que sonaron el domingo en la noche cartagenera, en las que el artista angoleño fusiona los ritmos más tradicionales de su etnia, la Bakongo (que se sitúa en el norte del país y en el sur de la vecina República Democrática del Congo, con los del pop más contemporáneo, dándoles, acompañado de la guitarra española con las que los interpreta, un tono melódico que fue del agrado del público que llegó hasta la referida zona del cartagenero Parque Torres.

Tonalidad que no es otra que la del ‘Kilapanga’, el ritmo propio de la citada etnia Bakongo (aunque se mantiene tan sólo entre los componentes de la misma que habitan en el norte de Angola) en cuya lengua interpreta Wyza la totalidad de sus composiciones, de los once temas con los que se presentó ante el público cartagenero en directo en la Linterna del Parque Torres y del español a través de Radio 3.
- El Faro


Discography

Kintsoma
2005 África Yaya, a CD mastered in Brazil with 11 tracks combining music with African roots and elements of international contemporary pop music.

Photos

Bio

Like many of his countrymen, Wyza, 25, fled the war in his home province and ended up in Luanda. It was 1984 when Wyza and his mother arrived hand-in-hand, carrying a tiny amount of hand luggage comprised of the scanty personal belongings they were able to carry under the harsh conditions of the flight to the nation’s capital. Even so, they also bore another kind of baggage in their minds and hearts, much lighter and easier to carry for strong backs and arms accustomed to working in “the bush,” but much greater and more valuable: they brought with them a feeling of love and longing for the land they left behind, as well as their memory of the music and religious customs of their people.
Young João Sildes Bunga, as he was then called, inherited his musicality from his mother, Elisa Bunga, who made and played the kissange, a traditional Angolan instrument. In Luanda, the boy worked as a sweeper. All alone in the streets, he learned to play an old guitar he got from a kindly man who had heard him sing. At home, he sang and wrote songs with Dona Elisa, his mother and the partner who encouraged his efforts.
He took many other menial jobs – all of them exhausting – the only ones available for people without schooling or marketable skills. But despite the daily grind of making a living, for years João Sildes would pick his guitar when he got home and write and rehearse his tunes – always singing in the Kikongo language.

Some time later, as a young man, he wrote “Mpasi,” a song whose Kikongo title translates as “Suffering,” which spontaneously captured the radio waves of Luanda. João Sildes Bunga became WYZA and musician and producer João Alexandre invited him to record a disc titled Kintsoma. But that album didn’t go the way it should have for two reasons: poor

recording quality and particularly the producer’s attempt to make him record other rhythms besides Kilapanga, which Wyza had played all his life.

That album didn’t lead to stardom, but Paulo Flores recognized Wyza’s talent and invited him to open for him at one of his shows. Since then, he has played an active part in his musical projects.

Despite these gigs, the struggle for survival in post-war Luanda, where thousands of displaced persons poured in every day, forced Wyza to keep looking for jobs that would pay the rent and put food on the table, especially since his family had grown and his first child was on the way.

That was when he was hired as an assistant on a project to convert a house in the Valódia district to adapt it to the needs of an audio and video producer – Maianga Produções. That job enabled him to gain his first technical knowledge of the structure and operations of a recording studio. Maianga’s diretors gave Wyza a new guitar and paid for a course where he learned to work with the Protools system and become a studio technician.

That investment paid off. Wyza started helping renowned producers hunt for new discs and got his first chance in a studio to feature in an important track on Paulo Flores’s CD Xé Povo.

The results of his work and recognition of Wyza’s talent sparked the record company’s interest and led to the decision to produce his first solo album, África Yaya. Wyza wrote all of the songs himself, his stylings and repertoire have been fully respected, and he sings in his mother tongue.